Lemnos adapta Filoctetes de Sófocles, tragedia griega estrenada en el año 409 a.C. y que obtuvo el primer premio en los festivales. Filoctetes es la penúltima de las
siete tragedias de Sófocles que se han conservado y fue escrita cuando el poeta
ateniense rondaba los 85 años y gozaba de un dominio pleno de su estilo. Se trata de una de sus tragedias más modernas en la que el concepto de “hybris” pierde relevancia frente a las cuestiones éticas
que plantea la obra, anticipando en gran medida la tradición latina posterior.
En Lemnos el verso de la tragedia se convierte en prosa poética
de tono evocador, formal, pero sin métrica, ni rima poéticas. Sobre la poesía
de las palabras, prima la poesía de las imágenes. Se han aportado acontecimientos
a la narración que van introduciendo a los personajes en situaciones cada vez
más complejas, y que permiten reflejar los cambios que experimentan, en una línea
argumental clara y definida. A partir del coro de la obra original se ha creado
un personaje, que encarna la voz del coro y sus inquietudes. Superando las
limitaciones espaciales del referente teatral, se ha incluido una gran variedad
de localizaciones, en una concepción dinámica de la puesta en escena. Se ha
dotado de profundidad psicológica a los personajes. Estamos ante personajes de
gran temperamento y enfrentados a grandes retos, pero profundamente humanos, que
sufren y dudan y que poseen la hondura psicológica propia del hombre actual.
Se es respetuoso con la época en que se desarrolla la historia
y con la tradición mitológica y filosófica. Lemnos evita la adaptación directa
de Filoctetes a nuestros días que reduzca los personajes a meros estereotipos
a través de una comparación simple con modelos reconocibles del presente. Une
lo peculiar y lo universal, lo fugaz y lo eterno. Nos transporta a un mundo
antiguo, respetando unos caracteres dados, pero con un tratamiento de los
personajes y presentando unos conflictos que permiten establecer un discurso
atemporal y universal. Se pretende lograr autenticidad, trasladar al
espectador a otra época, enriquecerle con otras realidades y pensamientos, y que se vea retratado en una historia de hace miles de años.
El hombre ha estado bajo una nube de interrogantes, dudas, crisis, que se hallan ligadas en un sistema de mitos y creencias, cuya función, a menudo no explícita, es canalizar y , en última instancia, disipar las poderosas y perturbadoras emociones de alegría y de pena, de esperanza y de temor. Pero a veces, cualquiera sea la razón de ello, queda en la mente una especie de emoción residual, un sentido del misterio de la vida, que es la curiosidad o asombro en los cuales los filósofos veían el comienzo de la filosofía.
ResponderEliminarIndagar en nuestro ser más íntimo y personal era la asignatura pendiente de la filosofía griega, demostrando un especial interés sobre el alma, de comprender el posicionamiento del hombre en el universo, su relación directa con la divinidad, el contacto con seres sobrenaturales y, sin declinar, la apertura del más allá, después de la muerte.
Estas cuestiones no son una huella original de la filosofía, pues también podemos encontrar en las obras más consolidadas de Homero y Hesíodo.
Mi tema principal se centra en el alma al ocupar un lugar determinante en la filosofía de los grandes pensadores de la civilización griega y que además supuso una notable influencia no sólo entre los filósofos cristianos sino en las corrientes filosóficas venideras. La importancia del alma no es casualidad. El hombre ha estado llamado a reconocer su verdadera naturaleza a través de los tiempos, y ese palpitar por despertar y nacer de nuevo ha sido una tarea constante, metódica y reflexiva.
Como dijo tan bien Epicteto: “No son las cosas lo que nos hace sufrir, sino la opinión que tenemos de las cosas”.
Creo que el mundo es un flujo perpetuo, y somos nosotros quienes lo coagulamos, quienes solidificamos los fenómenos.