En Lemnos se dará vida por primera vez en un largometraje de ficción al personaje de Filoctetes. La catedrática de griego Assela Alamillo escribe para el blog de Lemnos el artículo “La Iconografía de Filoctetes en la época clásica”, repaso de las representaciones de Filoctetes que se realizaron en dicho periodo.
Assela Alamillo ha traducido las siete “Tragedias” de Sófocles y los “Tratados Hipocráticos” para la editorial Gredos. Es autora de varios libros sobre la Iconografía y la didáctica de la Cultura Clásica y la Mitología, destacando “La Mitología Clásica en el Arte: Los Dioses”, “La Mitología Clásica en el Arte: Los Héroes”, “La Guerra de Troya en imágenes” y “La vida cotidiana en Grecia”.
LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA ÉPOCA CLÁSICA
escrito por Assela Alamillo
(se pueden ver todas las imágenes al final del artículo)
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La iconografía del personaje Filoctetes se corresponde a los distintos episodios conocidos de su leyenda, en los variados escenarios y en sucesivos momentos cronológicos. El personaje ofrece a los artistas, tanto de la antigüedad como en la pervivencia del tema en épocas recientes, posibilidades de lucimiento al pretender explorar sus sentimientos y dejar constancia de ellos en su obra. Las situaciones anímicas que Filoctetes experimenta, como el sufrimiento físico, el resentimiento, la confianza o desconfianza, el enojo y otros son un aliciente para el artista.
Dejando aparte las representaciones que lo muestran recibiendo el arco de Heracles, como un modelo de amistad, cuando le ayuda a prender fuego a la pira que ha de consumirlo, nos centramos en las que lo sitúan en la isla de Crisa, en Lemnos y en el campamento aqueo.
Filoctetes es un héroe de la leyenda troyana, reputado como el mejor arquero del ejército aqueo, aunque, salvo su cita en el catálogo de las naves del canto II de la Ilíada, no esté presente en los acontecimientos narrados por Homero en el poema. Su intervención en la guerra tiene lugar durante el viaje de ida de la expedición y en el asedio final a la ciudadela de Príamo, con el antecedente significativo de su recuperación para el combate desde la isla de Lemnos.
Sabemos que la leyenda de Filoctetes fue tema de inspiración en los ciclos pictóricos de la Atenas clásica, en los que se reflejaba tanto el episodio en que es mordido por la serpiente, con el correspondiente dolor físico y la soledad de su estancia en la isla de Lemnos, como la embajada que pretende llevarlo a Troya. Coincidiendo con el evento político que supuso la entrada de la isla de Lemnos en el año 447 a. C. en la liga encabezada por Atenas, la ciudad le encarga al pintor Aristofonte, hermano del también pintor Polignoto de Tasos, un cuadro que debía representar a Filoctetes herido en aquella isla.
No se conserva la pintura de Aristofonte, que Plutarco pudo ver y, como él mismo dice, disfrutar de su contemplación, pero podemos hacernos una idea en las representaciones pictóricas de la cerámica que indudablemente recogen el modelo de los pintores de su tiempo.
El pintor Hermonax, en 450 a. C. es el que reproduce lo pintado por Aristofonte en un stamnos ático de figuras rojas que se encuentra en el museo del Louvre procedente de Cerveteri (Fig. 1). Filoctetes en el islote de Crisa yace tumbado en el suelo al lado del altar de la diosa local del mismo nombre, una advocación de la diosa Atenea después de que la serpiente, que aparece en el lado izquierdo, enrollada, le haya mordido en el pie. Vemos al héroe sin barba, coronado, con manto, en escorzo, con el rostro reducido a tres cuartos. La tensión de las mejillas y la abertura de la boca expresan el sufrimiento que le produce la herida incurable. Los compañeros rodean al héroe e intentan ayudarle. Sobre ellos se pueden leer los nombres de Agamenón, Aquiles y Diomedes (Fig. 2).
El tema del abandono y soledad de este precursor Robinson ha sido recogido también en un lécito ático de figuras rojas fechado hacia el 430 a. C. que se conserva en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (Fig. 3). Vemos a Filoctetes sentado sobre una roca bajo un árbol, lo que pretende reflejar el paisaje agreste de la desierta isla de Lemnos, donde ha sido abandonado. Su aspecto es descuidado, como indican sus largos cabellos y barba. Va vestido con un “chitón” corto y tiene el pie izquierdo vendado y se sujeta la rodilla con la mano. A sus pies está el carcaj con las flechas y el arco que recibió de Heracles cuando le acompañó a la pira. La herida le ocasiona grandes dolores tanto físicos como psicológicos, como quiere reflejar la expresión del rostro.
Años más tarde es el pintor Parrasio de Éfeso, activo en Atenas en el último cuarto del siglo V a. C., el que pinta de nuevo el tema de Filoctetes herido, de una manera más profunda y más introspectiva que lo había hecho Aristofonte, expresando claramente el dolor que sentía el héroe, noticia que conocemos gracias a Plinio (Historia Natural XXXV, 67).
El modelo de Parrasio se puede reconocer en la figura de Filoctetes esculpida por el orfebre Quirísofo en la copa de plata hallada en Hoby (Dinamarca) que se conserva en el Museo Nacional de Copenhague, del siglo I a. C. (Fig. 4) y que nos muestra el tercer tema iconográfico referente a Filoctetes, el de la embajada de los aqueos a Lemnos con la intención de llevarse su arco y flechas. Aparece el héroe sentado en una roca, levantando con fuerza un brazo por encima de la cabeza mientras que con el otro se apoya en el bastón que le ayuda a caminar. El rostro atormentado refleja el tremendo dolor físico que le ocasiona la herida del pie, que se muestra bien vendado. Al lado de Filoctetes se encuentra sentado Odiseo, tocado con el sombrero característico del viajero, intentando convencerlo para que lo acompañe y a su lado Diomedes, que según otra versión fue quien acompañó a Odiseo, o bien el joven Neoptólemo (Fig. 5) que pone la mano en el arco del héroe.
En una crátera de campana de figuras rojas de Sicilia de alrededor del 380 a. C. que se encuentra en Siracusa, en el Museo Archeologico Regionale (Fig. 6) vemos a Filoctetes en el centro, en el interior de la caverna en donde habita en la isla desierta y de cuyas paredes cuelga su arco. Unos personajes rodean la cueva. A la derecha se ve la parte superior del cuerpo de Odiseo, tocado con su típico gorro pilos y llevando una espada en la mano, en diálogo con una figura femenina que puede ser una personificación de la isla o una ninfa de la gruta. A la izquierda está la diosa Atenea, reconocible por su indumentaria guerrera típica, que habla con un joven que probablemente es Neoptólemo, o bien Diomedes.
Una representación muy similar encontramos en una urna etrusca del siglo II a. C. del Museo Guarnacci de Volterra (Fig. 7) que nos muestra un Filoctetes a la puerta de su cueva enmarcada por dos frondosos árboles, con un aspecto salvaje, desnudo, con el manto sobre la pierna cuyo pie está vendado, largos cabellos y barba descuidada. Fuera, a ambos lados, están Odiseo y Neoptólemo en actitud de salir.
Un último tema iconográfico referente a Filoctetes es el de su curación en el campamento aqueo por el médico Macaón que encontramos en las incisiones de un espejo etrusco de finales del s V o principios del IV a. C. (Fig. 8). En él Filoctetes está de pie contemplando cómo actúa el médico que sana la herida con un material quirúrgico.
Sabemos que Pitágoras de Regio en el segundo cuarto del siglo V a. C. hizo una estatua de Filoctetes. Escenas de la leyenda del héroe aparecen también en gemas y monedas desde el siglo II a. C.
Tenemos que llegar al siglo XVIII para encontrar de nuevo en las artes plásticas, pintura y escultura, la representación de Filoctetes, tema propuesto en las Academias de Bellas Artes de Francia e Italia tanto en el momento de su soledad en la isla como sobre todo de la embajada de Odiseo y el joven Neoptólemo a Lemnos, que tiene como fuente la tragedia “Filoctetes” de Sófocles.
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